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Cachondeo y aires de mar en una tacita de plata
Andalucía es un paraíso si te gusta comer. Y Cádiz, sin duda, es una de las mejores ciudades para comprobarlo. Al lado del mar Mediterráneo y cerca del inmenso Atlántico, los sabores del mar son protagonistas. Si a la materia prima le añadimos la forma de cocinar y una cultura del comer que enamora, el resultado es de lujo.
Salir a comer en Cádiz tiene un peligro: que no llegues a la comida. Y es que si te dejas tentar por el tapeo, lo más probable es que acabes lleno antes de pedir el primer plato. Pescaíto frito, cazón en adobo, marisco, marisco y más marisco son solo algunos de los clásicos.
Por el barrio de la Viña o por el del Pópulo, pasear es un placer aún más enorme si se culmina con un atún encebollado, unas papas con chocos, marisco, marisco y más marisco. ¿Y de postre? Panizas, pestiños, pan de Cádiz o un dulcísimo tocino de cielo.
La zona de Cádiz está llena de pueblos hermosos y que, en muchas ocasiones, le quitan protagonismo a la capital. Sin embargo, la Tacita de plata es un destino atractivo en sí mismo, y los motivos son muchos.
Ya sea tu base de operaciones en un viaje al sur de España o estés planeando una escapada de fin de semana, hay vistas y visitas simplemente imprescindibles si decides acercarte a Cádiz.
Plazas: la plaza de San Antonio y la plaza de la Catedral son dos de los refugios clásicos para locales y visitantes.
Puertas de Tierra: solo queda una de las antiguas entradas al casco viejo de la ciudad.
Gran Teatro Falla: un edificio decadente y sede de las famosas chirigotas.
Santa Cruz sobre el Mar (Catedral Nueva): uno de los monumentos que deben aparecer en tus fotos de postal.
Torre de Tavira: una buena forma de ver Cádiz desde lo alto.
Museo de Cádiz: si la playa y la comida te dejan un rato libre, descubre historia y arte.
El acento gaditano es reconocible, y el vocabulario de la zona es igual de único que su gracejo. Igual que su acento, Cádiz cuenta con otros rasgos e historias igual de característicos y singulares.
La sirena del océano: así la llamó Lord Byron.
La más antigua: Cádiz es la ciudad más antigua de la Europa occidental.
La Pepa: en Cádiz se promulgó la primera Constitución de España.
Lluvia, mucha lluvia: aunque parezca mentira, Cádiz es una ciudad muy lluviosa.
Túneles subterráneos: la ciudad está construida sobre una red de túneles bajo tierra.
Carnaval genovés: fueron unos vendedores genoveses los que trajeron la costumbre del Carvanal.
¡Quillo!: así se refieren unos a otros en Cádiz y alrededores.
Callejón del duende: una pequeña callejuela con mucha
Reír es bueno, y necesario (dicen). Lo que está claro es que en Cádiz, de eso, entienden y mucho, y lo celebran no solo con un salero reconocible y reconocido sino con una fiesta como su famoso Carnaval. Pero hay mucho más que hacer en Cádiz.
Pasear por los barrios: el Pópulo o la Viña son solo algunas de las zonas más pintorescas de Cádiz. No olvides un paseo junto al mar.
Playas de categoría: las playas de Cádiz no son como las de otras ciudades. No hace falta salir de la ciudad para disfrutar de buenas playas como la Caleta.
Cruzar los puentes: el antiguo puente de Carranza y el puente de la Pepa serán tu puerta de entrada y salida a Cádiz.
Parques, jardines y sombra: el jardín botánico, el parque genovés o la alameda Apodaca son perfectos refugios para el calor del verano.
Mercados de mar y montaña: ver los productos frescos de una ciudad es siempre una buena forma de conocerlo, ¡acércate al mercado central!
Fiesta y cachondeo: en el Carnaval o tomando algo en cualquier bar, llega preparado para bromas y buen humor.
Llenar el buche: tapas y cervecita fresca, tan tópico como cierto.