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Del encanto de sus riads al lujo pasado de sus palacios, en Marrakech la vida no se detiene
Del bullicio y el estrés de un souq al relax de un baño turco. Marrakech es olor a especias y charlas en un riad. Marrakech son jardines y mezquitas, palacios y palmeras intocables. Marrakech es La Menara y pasteles deliciosos.
Marrakech es una estupenda forma de disfrutar por primera vez del norte de África, o para regresar a su embrujo. Del ruido de los mercados a los cantos de las mezquitas, Marrakech atrapa al viajero, como el sabor de sus especias en un buen plato de cocina marroquí.
De Kasbah al palacio de Badii pasando por el sabor de un buen tajine o un cuscús, o aventurarse a una excursión por los cercanos Atlas: Marrakech es un destino perfecto para empezar a descubrir África.
Marruecos abre sus puertas a tus sentidos: haz la maleta y prepárate para empezar a descubrir el norte de África.
Centro de culturas, de gentes, de prodigios. La ciudad roja ya no es tan roja en su Plaza Jamaa el Fna, pero es de colores y olores en sus rincones y edificios. De las plegarias de sus mezquitas al bullicio de los mercados, vivirás mucho, tanto si buscas lugares como si buscas vida. La ciudad roja, sus zocos y sus mercados… ¡Tiempo de soñar!
Marrakech es la Ciudad Roja. Su Plaza Jamaa el Fna ya tiene asfalto, no como en otros tiempos, pero el rojo sigue presente. Marrakech es su Medina, inquieta y abundante; Marrakech es regatear en los mercados y tomar un té, tranquilo, en un riad. Marrakech es el Corán de la escuela Ben Youssef Medersa y el minarete de la Mezquita de Koutubia. Y mucho más.
La medina y sus calles son un regalo para los paseantes. Protegido por la UNESCO, el centro de Marrakech es descubrir mezquitas, plazas y encantadores riads. Un té, un buen cuscús o un rato de regateo en el mercado de turno son entretenimiento suficiente para que las horas se escapen entre tus manos.
Conocer Marrakech es entender el respeto por las palmeras. Sagradas las palmeras, los edificios no pueden superar su altura. Dormirás pues a poca altura de la tierra, que sentirás dentro y fuera.
No esperes encontrar edificios altísimos. Las palmeras son sagradas y sólo el minarete de Koutoubia les hace sombra en altura. Riads encantadores, antiguos palacios y villas… todos son posibles en Marrakech.
Los jardines y las aguas que corren bajo el suelo, los baños turcos y el relax de un riad… Marrakech es un destino total. Donde el árabe y el francés se mezclan, donde en los mercados todos hablan de todo… África está más cerca que nunca, y eres tú quien pisa la Ciudad Roja, Marrakech.
Regatear en un souq y conseguir un buen precio por una alfombra o un gorro; tomar un té; recorrer las calles del centro de la Medina desde tu apartamento barato. Acércate, desde fuera, a la mezquita de Koutoubia o visita las viejas tumbas y jardines, como el de Majorelle. Un día en Marrakech se acaba rápido, y es mejor no regatear con el tiempo si quieres conocer bien la ciudad.
La ciudad es la medina. Y la medina es el centro. Y el centro, el lugar donde vivir la ciudad al máximo. Del encanto de sus riads tradicionales al lujo pasado de sus palacios, en Marrakech la vida no se detiene un segundo.
Sal de casa y verás un minarete de 77 metros de la Koutoubia. Marrakech es Soumarine y Moussaine, el Jardín Majorelle, la Plaza Jamaa el Fna, sus mercados y una charla en el hammam. Marrakech es un viaje en globo y una excursión a las montañas del Atlas.
Joyeros, babucheros, hojalateros… los zocos son uno de los ejemplos más representativos de la ciudad. Mezcla, diferencias, muchas cosas en muchos sitios. Si no lo estuviste antes, es hora de estar cerca de mezquitas, palacios y restaurantes. ¿Cuscús o tajine? Tú eliges. ¿Y el té? ¡Que no falte!